jueves, 15 de junio de 2017

El tiempo no es el mismo en el mundo onírico.

Veamos dos historias en la cultura del medio oriente, de dos personajes famosos, donde al experimentar un estado de tranquilidad y disponerse a descansar, se transportaron a mundos donde pudieron vivir experiencias sumamente mágicas, pero el transcurso del tiempo no era el mismo, era por decirlo como un universo paralelo.

 

Existe en el Corán, parece ser, la maravillosa narración de una visita que en la mañana de cierto día hizo al cielo el profeta Mahoma. Allí vio muchas y diferentes regiones sobre las cuales oyó amplias y completas historias; también tuvo largos coloquios con los ángeles. Mientras tanto, cuando volvió al cuerpo físico, notó que la cama de donde se levantaba aún estaba caliente y verificó que habían transcurrido apenas unos segundos. Se dio cuenta, en efecto, que no había acabado de vaciarse un jarro de agua, que él accidentalmente había derramado al partir hacia la expedición. 


Otra historia cuenta como un sultán de Egipto, declarando que era imposible creer aquello que escuchó, pasó en tono desabrido a apostofrar de mentirosa la narrativa de su instructor religioso. El instructor, notable y erudito doctor en leyes, dotado de poderes milagrosos, quiso al instante probar al incrédulo monarca que la historia no era absolutamente imposible. Trajo consigo un gran barreño de agua y le pidió al sultán que metiera en él la cabeza y la retirase lo más deprisa posible. El rey se puso de acuerdo en meter la cabeza dentro del barreño de agua y, para su gran sorpresa, se vio inmediatamente en un lugar que jamás conoció, una larga playa cercana al pié de una gran montaña. Después de volver en sí de su asombro, la idea más natural que le pasó por la mente, como soberano oriental, fue la de haber sido hechizado. Comenzó entonces a proclamar contra la innominable traición del sabio. Pero el tiempo transcurría; sintió hambre, y no le quedaba otra alternativa sino salir en busca de alimento en esa extraña región. Después de errar durante algún tiempo, dio con unos hombres que se ocupaban en derrumbar árboles en un bosque. A ellos se dirigió pidiéndoles ayuda. Aceptaron la propuesta y le llevaron en su compañía hasta la ciudad en que residían. Allí quedó él viviendo y trabajando durante años; economizó dinero y más tarde contrajo matrimonio con una mujer rica.
Pasó muchos años felices de vida matrimonial, constituyendo una pequeña familia de catorce hijos. Pero después de perder su esposa y sufrir muchas adversidades, por fin reducido a la miseria, fue obligado, ya en edad adulta a volver al antiguo oficio de cargador de leña. Un día cuando paseaba junto al mar se quitó la ropa y se zambulló en el agua para darse un baño. Al erguir la cabeza y sacudir los ojos, se quedó pasmado de verse en pié en medio de sus antiguos cortesanos con el viejo instructor a su lado y el recipiente con agua enfrente. No es de extrañar que sólo después de algún tiempo le fuese posible creer que todos aquellos años de incidentes y aventuras no pasaron de ser el sueño de un momento, provocado por la sugestión hipnótica del instructor, y que él realmente no hiciera sino meter la cabeza por un instante en el recipiente con agua y erguirla a continuación.



Una buena historia que sirve para ilustrar lo que hemos dicho antes. Cierto es, sin embargo, que no tenemos pruebas para demostrarlo. Es bien diferente lo que le ocurrió un día a un conocido hombre de ciencia. Tuvo que someterse a la extracción de dos dientes, para lo que le fue aplicada la anestesia apropiada. Interesado en problemas de este tipo, decidió observar cuidadosamente sus sensaciones durante el curso de la operación. Pero en el momento en que inhaló el gas, se apoderó de él tal entorpecimiento que olvidó inmediatamente su intención, pareciendo caer en un sueño profundo. Despertó a la mañana siguiente, conforme él supuso, y salió como de costumbre a reanudar sus trabajos y experiencias científicas, dar conferencias en varias corporaciones eruditas, etc., todo con un exaltado sentimiento de alegría y de redoblada capacidad. La conferencia representó un notable triunfo; cada experiencia condujo a nuevos y magníficos descubrimientos; se sucedieron a este ritmo los días y las semanas durante un considerable período, aunque el tiempo exacto no se pudiera precisar. Hasta que finalmente, cuando estaba haciendo una exposición delante de los miembros de la Real Sociedad se vio importunado por el insólito comportamiento de uno de los presentes que le perturbó diciendo: “ahora todo está terminado“; y deteniéndose para saber que significaba tal observación, oyó otra voz que decía así: “ambos están fuera“. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se encontraba sentado en la silla del dentista. Todo aquel período de intensa actividad él lo había vivido en cuarenta segundos exactamente. 



Se puede decir que ninguno de estos casos fue propiamente un sueño común. Pero acontecimientos semejantes se dan frecuentemente en los sueños comunes, habiendo, por consiguiente, innumerables testimonios que lo comprueban. Steffens, uno de los autores alemanes que se ocuparon de este asunto, relata que, aún siendo niño, dormido al lado de su hermano, soñó que estaba siendo perseguido por un terrible animal feroz, en una calle lejana. Huyó poseído por un  gran pánico y sin poder gritar, hasta que alcanzó una escalera en la cual se subió; pero exhausto por la carrera y por el terror, fue agarrado por el animal, que le mordió gravemente en el muslo. Se despertó asustado, y vio entonces que su hermano le había pellizcado el muslo. Richers, otro escritor alemán, cuenta la historia de un hombre a quien el estampido de un tiro le despertó, siendo este momento el final de un largo sueño en el cual él se hiciera soldado, desertara, y, vencido por un inmenso cansancio, fuera capturado y sometido a proceso, condenado y finalmente fusilado. Todo este gran drama se desarrolló hasta el instante en que le despertó del sueño el sonido del tiro. Existe también la historia del hombre que se durmió en un sillón mientras fumaba un cigarro, y que después de soñar con la existencia de incidentes durante años y años, se despertó con el cigarro todavía encendido. Casos como estos se pueden multiplicar en número casi infinito.

Para concluir observamos, que nuestro cerebro es una conexión a otros mundos donde el tiempo tal y como lo conocemos no tiene el mismo valor, ni ejerce la misma fuerza sobre nosotros,  al estar soñando viajamos a otras realidades donde podemos obtener sin fin de experiencias y además si sabemos utilizar los sueños podemos obtener información, una de las ultimas barreras sera poder manipular desde los sueños, suena a fantasía, pero tampoco tenemos pruebas para indicar que no es posible.

fuente:

Sancho, M.. (2012). ¿Somos capaces de controlar nuestros sueños? 2/2. Junio 15, 2017., de wordpress.com Sitio web: https://oldcivilizations.wordpress.com/2012/12/31/somos-capaces-de-controlar-nuestros-suenos-22/

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